Repensando el uso de smartphones en las escuelas: su impacto en el aprendizaje y en las relaciones sociales
El uso de teléfonos móviles en el entorno educativo plantea serias preocupaciones. Estos dispositivos pueden interferir con el aprendizaje efectivo y puede dificultar las relaciones sociales.
Las noticias de novedades tecnológicas se suceden. Las automatizaciones y desarrollos increíbles aparecen en pantalla día sí día también. Estamos asistiendo a algo similar a la Revolución Industrial, al menos, del mismo alcance transformador. Como bien se sabe, todo tiene un precio. Y parece que es un alto precio para los más jóvenes, y no, precisamente no es económico. El tiempo de atención sigue cayendo y la capacidad de concentración disminuye. Y es que parece que las generaciones de edades tempranas, están sometidos a una notificación constante y eso no es nada beneficioso para su formación.
Una nueva investigación de Common Sense Media ha manifestado que alrededor del 50% de los niños de 11 a 17 años reciben al menos 237 notificaciones en sus teléfonos todos los días. Aproximadamente el 25% de ellas aparecen durante el día escolar, y el 5% aparece por la noche. En algunos casos, reciben casi 5.000 notificaciones en 24 horas. Los avisos están casi siempre vinculados a alertas de amig@s en redes sociales. Según el mismo informe, estar en un entorno repleto estímulos puede afectar la capacidad cognitiva ya que la atención y la memoria en los niños aún se están desarrollando. No sabemos muy bien cuáles son las consecuencias a largo plazo.
La constante interacción digital podría tener efectos perjudiciales en la salud mental y el desarrollo cognitivo de los niños. No se trata sólo de una distracción en el entorno educativo, sino que su impacto podría ser más profundo, afectando su bienestar general. Es un desafío actual. Y la clave está en cómo las escuelas y los padres pueden equilibrar este hecho sin estigmatizar la tecnología o socavar su utilidad en la comunicación y el aprendizaje. La tecnología no es intrínsecamente mala; el reto está en saber cómo utilizarla.
El 25% de notificaciones en smartphones aparecen durante el día escolar, y el 5% aparece por la noche. En algunos casos, reciben casi 5.000 notificaciones en 24 horas.
El papel de las empresas en el ecosistema digital también es digno de examen. Están diseñadas (muchas veces rozando la falta de diseño ético) para mantener a los usuarios en las plataformas el mayor tiempo posible para maximizar las oportunidades de publicidad. Esta monetización del tiempo y la atención crea un entorno que puede ser perjudicial para los usuarios más jóvenes, lo que plantea cuestiones éticas sobre la responsabilidad de estas plataformas. Es el viejo choque ludita entre la tecnología como facilitadora de la comunicación y el acceso a la información, versus su capacidad para distraernos y disipar nuestra atención. Respecto a este tema hace unos días el New Yorker publicaba una reseña interesante sobre el nuevo ludismo donde se analiza esta dicotomía.
New Yorker Magazine
El negocio de la atención empieza pronto
En el contexto de la acelerada digitalización, las plataformas tecnológicas como Twitch, Discord, TikTok o Meta no sólo facilitan nuestras vidas sino que también "monetizan" nuestra atención y esfuerzo de formas cada vez más invasivas. Este fenómeno se asemeja a una "fábrica psíquica". El papel de los "luditas modernos" como activistas y defensores de la clase trabajadora puede ofrecer una perspectiva única sobre cómo afrontar este debate. En un mundo saturado de información y ofertas constantes, mantener la atención del consumidor se ha convertido en el recurso más valioso. Esto tiene implicaciones profundas en áreas como el comercio electrónico y los medios online. La omnipresencia de dispositivos móviles y notificaciones puede verse tanto como una herramienta útil para estar siempre "conectado" como una forma de vigilancia constante y distracción. Aquí se introduce una dicotomía en la gestión de la atención: por un lado, estamos más informados que nunca; por otro, esa constante información puede llevar a una sobrecarga cognitiva que, a la larga, afecta nuestra productividad y bienestar.
Volviendo a las aulas y los más jóvenes: el problema no es solo la distracción transitoria. El uso intensivo del teléfono o de las redes sociales también puede tener un efecto acumulativo, duradero y perjudicial en la capacidad de los adolescentes para concentrarse y desarrollar el conocimiento y pensaiento crítico. Casi la mitad de los adolescentes (estadounidenses) dicen que están en línea "casi constantemente". Según varios estudios, la administración continua de estímulos puede producir cambios sostenidos en el sistema de recompensa del cerebro, incluida una reducción de los receptores de dopamina.
Esto llega a producir un cambio de estado de ánimo general del usuario hacia la irritabilidad y la ansiedad cuando se separan de sus teléfonos, y reduce su capacidad para concentrarse. Incluso varios investigadores, mantienen esa tesis por la cual los usuarios más intensos de los smartphones tienen promedios más bajos en las notas académicas. Sin ir más lejos, los neurocientíficos Jaan Aru y Dmitri Rozgonjuk señalan en un paper reciente que: "El uso del teléfono inteligente puede ser disruptivamente habitual, con la principal consecuencia negativa de crear la incapacidad para ejercer un esfuerzo mental prolongado".
En un mundo saturado de información y ofertas constantes, mantener la atención del consumidor se ha convertido en el recurso más valioso.
El profesor Jon Haidt, mantiene que los teléfonos inteligentes no sólo alejan a los estudiantes del trabajo escolar; también los alejan entre sí. Una forma en que los teléfonos han supuestamente dañado nuestras relaciones es a través del "phubbing" (contracción de "phone snubbing"), cuando una persona se aparta de una conversación para mirar su pantalla. Las personas más adictas a sus teléfonos son, como es de esperar, las que más practican el phubbing, lo que puede explicar por qué las personas que son los usuarios más intensivos de teléfonos y/o plataformas digitales son también los más deprimidos y solitarios.
Hay un elemento cultural que es importante resaltar ya que este hecho no es uniforme. Existen diferencias de este impacto entre diferentes grupos con tendencias hacia el conservadurismo o el liberalismo. Las tasas más altas de depresión son más frecuentes entre adolescentes liberales en comparación con los conservadores. Según C. Gimbrone existe una explicación: los jóvenes liberales simplemente pasan más tiempo online que los conservadores.
Via FT
Puede que la sociedad moderna está más abierta a hablar de salud mental, por lo que lo que estamos viendo es simplemente un aumento en la sensación o ‘agenda’, no tanto en la prevalencia. Sin embargo, los adolescentes británicos que pasan cinco o más horas al día en plataformas digitales tienen un riesgo dos o tres veces mayor de autolesionarse que sus compañeros menos conectados. La historia es similar en Estados Unidos con la ideación suicida.
La digitalización y la ubicuidad de los smartphones han generado tanto avances como desafíos en el ámbito educativo y social. La distracción en el aula es sólo la punta del iceberg. La cuestión subyacente se extiende a la salud mental y al bienestar general de los adolescentes. Hay que sacar los smartphones de las aulas. La disminución en la capacidad para mantener el esfuerzo mental prolongado, es especialmente preocupante en un mundo cada vez más competitivo y orientado al rendimiento.
Fuentes:
The Atlantic: https://www.theatlantic.com/ideas/archive/2023/06/ban-smartphones-phone-free-schools-social-media/674304/
Washington Post: https://www.washingtonpost.com/opinions/2023/06/09/ban-smartphones-k12-schools/
Elsevier: The politics of depression: Diverging trends in internalizing symptoms among US adolescents by political beliefs https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2666560321000438
Pubmed: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/35907700/