IA y Sociedad Digital: ¿cómo somos de 'reemplazables'?
La narrativa predominante en torno a la inteligencia artificial (IA) se centra con frecuencia en sus beneficios tangibles: eficiencia, aumento de la productividad y maximización del beneficio.
La narrativa predominante en torno a la inteligencia artificial (IA) se centra con frecuencia en sus beneficios tangibles: eficiencia, aumento de la productividad y maximización del beneficio. Uno de los cuestionamientos entendidos como más alarmantes se centra en el papel del ser humano en esta ecuación de progreso: ¿Estamos preparados para un mundo en el que las máquinas puedan llevar a cabo no solo tareas mecánicas sino también habilidades que consideramos intrínsecamente humanas?
La creatividad, el juicio ético y la empatía son algunas de las cualidades que tradicionalmente nos han diferenciado de las máquinas. Sin embargo, con el desarrollo de la IA avanzada, incluso estas fronteras parecen estar desdibujándose.
El razonamiento es un aspecto fundamental de la inteligencia humana y representa una meta clave para los sistemas de IA. Los modelos de lenguaje a gran escala, aunque no se entrenan explícitamente para razonar, han mostrado comportamientos emergentes que a veces parecen razonamiento. Pero, ¿estas conductas son realmente impulsadas por habilidades de razonamiento abstracto, o por mecanismos menos robustos y generalizables, como la memorización de datos de entrenamiento y el reconocimiento de patrones? Esta distinción es fundamental.
Si los modelos de lenguaje han desarrollado capacidades de razonamiento robustas y generalizables, podríamos considerarlos un paso importante hacia una inteligencia general muy avanzada. Sin embargo, si su funcionamiento se basa principalmente en la memorización y el reconocimiento de patrones, su aplicabilidad será limitada, especialmente para tareas que no se asemejan a los datos con los que fueron entrenados.
La Dualidad de la Automatización
Es cierto que la automatización puede liberarnos de tareas repetitivas y desgastantes, permitiéndonos concentrarnos en funciones más complejas y significativas. Pero también existe el riesgo de que, en nuestra búsqueda de eficiencia, acabemos externalizando competencias que son fundamentales para nuestra identidad y bienestar humano. ¿Qué sucede cuando las máquinas empiezan a realizar tareas que nos otorgan un sentido de propósito o pertenencia? Hace no mucho tiempo oía a Carlos Barrabés en un podcast donde (hablo de memoria) lanzaba una tesis muy interesante. A medida que perdemos los trabajos manuales y el propósito, van aflorando problemas de otro signo que tienen que ver con la ansiedad y la pérdida de diferentes destrezas que son atávicas.
A mí me da que pensar. Quizás sea el momento de redefinir lo que consideramos "capital humano" en la era de la IA. En lugar de ver a la tecnología como un sustituto, podemos enfocarnos en cómo podría actuar como un complemento a nuestras habilidades, fortaleciendo nuestra capacidad para resolver problemas complejos, fomentar la creatividad y promover interacciones sociales más ricas y significativas. Sin embargo, más allá de estos avances económicos, existe una preocupación más profunda: ¿Estamos preparados para un mundo en el que las máquinas puedan reemplazar habilidades y tareas humanas?
Quizás sea el momento de redefinir lo que consideramos "capital humano".
El cambio Generacional
El temor o la afirmación de que la IA desplazará a los humanos se vuelve plausible en la medida en que ya hemos sido cómplices de una 'deskilling' o pérdida de habilidades profundas que se ha desplegado a lo largo de las últimas generaciones. En otras palabras, es más fácil imaginarnos como reemplazables cuando ya hemos externalizado muchas de nuestras competencias humanas esenciales.
Y es que lo que actualmente denominamos IA es más que una herramienta; es un reflejo de cómo las instituciones y tecnologías modernas nos han estado educando a las personas hacia nuestra candidatura futura a ser ‘sustituidos’. Estas instituciones nos han enseñado, incluso, a desear nuestra propia irrelevancia. Si una tarea se convierte en tan mecánica o burocrática que se despoja de toda iniciativa, pensamiento, juicio y responsabilidad humanos, entonces, claro está, celebraremos su automatización. Nosotros hemos abonado ese campo y toca repensarlo para poder aprovechar el momento que vivimos.
Hacia una Reevaluación del Rol Humano
Es imperativo que nos detengamos a reconsiderar la dirección en la que estamos avanzando. Si continuamos por este camino, podríamos encontrarnos en una sociedad en la que las personas no solo son reemplazables, sino que también deseen serlo.
Antes de celebrar cada nuevo avance en IA como un triunfo exclusivamente económico, debemos preguntarnos: ¿A qué coste humano?